miércoles, 4 de enero de 2012

UN BARCO LLEGA (César Zumel)


Hasta ahora sólo he publicado comentarios sobre obras ajenas, y a medida que voy elaborando más el sistema, estos comentarios me sirven para preparar las obras, y además añado más comentarios de lo que ha dado de sí, todo ello aderezado con situaciones concretas que será lo más interesante porque el resto lo podría hacer cualquier director. Será esta ocasión la primera en la que hablaré de mis obras, y espero que detrás de ésta vengan muchas más.

Un barco llega es una habanera que dura aproximadamente tres minutos. Su estructura es de A B C B’ C A. Es decir, que la parte inicial se repite íntegra al final. Hay otra parte C, que se repite, es la frase de los bajos. A sopranos les toca melodía en B y B’. Bajos representan al amado y sopranos a la amante, sirva el giro gramatical para entender el papel de actividad y pasividad en esta relación.

Esta obra surge de un fin de semana de Junio, muy lluvioso en una provincia con mar. No diré el nombre porque si no el que fuera presidente de aquélla comunidad se enfadaría, anda que ya he dado suficientes pistas.

En una visita a las inmediaciones de la playa más famosa de la ciudad, no fuimos capaces de salir del coche porque llovía a cántaros. Allí fue donde surgió el texto.

Bien, tenemos ambientada la situación, es una habanera y la cuenta alguien que está en el puerto esperando a que llegue un barco.

Se trata de una historia de amor, que narra la espera de una mujer que mira al horizonte con la esperanza de que llegue un barco de Santiago de Cuba en que esté su amado. A medida que se acerca el barco, la esperanza aumenta. Esta esperanza se vuelve enfado porque comprueba que no está. Qué habrá sido de él, le irá bien, se habrá olvidado, habrá conocido a otra mujer? Dentro de su enojo, sólo encuentra el consuelo en el recuerdo, una frase que defienden los bajos y que es auténticamente balsámica. Pero el recuerdo no es suficiente y se vuelve a enfadar, esta vez con más tensión porque sus temores parece que crecen, porque ha vivido muchas situaciones propias y ajenas. De nuevo el recuerdo del amado se convierte en bálsamo.

La obra termina como empezó, un movimiento obstinado que asemeja el oleaje del mar con manchas de color (curiosa definición de la sucesión de unísono y acordes), y que representa el barco que en esta ocasión se aleja hacia Santiago de Cuba para volver y quizá esta vez sí con el amado.

Como veis el inicio es autobiográfico, pero el desarrollo no. En realidad, todos hemos vivido situaciones similares. Incluso en el caso de la pérdida de un ser querido, y aquí recuerdo especialmente a Ramón. La segunda vez que se interpretó esta habanera fue en recuerdo de Ramón, y allí lloramos todos un poco. Pues bien, en este caso también jugamos con el recuerdo  y con la seguridad de que algún día nos encontraremos.

La obra en do menor es triste hasta que aparece el Mi bemol mayor de los bajos en la frase balsámica por excelencia. El obstinado del oleaje del barco nos ayuda a crear tensión en la llegada del barco y en su partida.

La Coral de Cámara Vadillos dirigida por Raquel Rodríguez la estrenó y así se lo reconozco y se lo agradezco.

El estreno estuvo realmente bien, fue emocionante y Raquel supo encontrar el verdadero espíritu de la obra. Que las habaneras tengan sustancia o no depende de la historia y de la pasión de los intérpretes.

César

Nota: si alguien quiere la obra, no tiene más que decírmelo. Aparte, está disponible en el Archivo Aragonés de Música Coral (de la federación aragonesa), podéis ir directamente pinchando aquí  www.fedarcor.com/aamc